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viernes, 13 de enero de 2012

El alfabeto de la biología
 Por A. Pliego

            Desde que James Watson y Francis Crick propusieron, en 1953, el modelo de la doble hélice, no ha cesado la investigación científica que le atribuye cada vez más propiedades y capacidades nuevas a las macromoléculas de ADN y ARN. En síntesis, en tan sólo algunas décadas, el dogma Central de la Biología Molecular ha cambiado con respecto al propuesto inicialmente. El antiguo dogma plantea que el ADN se transcribe a ARN, sustituyendo la timina de la cadena original de ADN por uracilo en la de ARN. Después de varias copias complementarias del ARN inicial, este se traduce, dentro del ribosoma, en una proteína. Hoy en día se sabe que existe una interacción bidireccional entre ADN y ARN y que hay segmentos de la cadena que nunca llegan a convertirse en proteínas. Es así que, a partir de sólo 5 bases nitrogenadas, se obtienen millones de proteínas. Se calcula que, para el humano, de 20 000 a 25 000 genes podrían codificar hasta 2 millones de proteínas. ¿Cuál es el secreto de un sistema que obtiene de 5 elementos distintos, dos millones de posibles resultados? Aunque parezca increíble, todos los días utilizamos un sistema muy parecido al que la biología seleccionó para ampliar en número sus productos: la escritura alfabética. Si analizamos de cerca este tipo de escritura, a partir de únicamente 27 letras se arman las 88 431 palabras que contiene el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y las aproximadamente 260, 000 restantes que incluyen localismos, palabras importadas, jergas y malas palabras del español. Sin embargo, la posibilidad de combinaciones es infinita pues también tenemos palabras inventadas, sin sentido e impronunciables. Inintencionalmente la cultura occidental desarrolló un sistema de comunicación muy parecido al utilizado a nivel celular para transportar información desde el orígen de la vida. Desde mi punto de vista, cuando un sistema, en este caso la escritura, consciente o inconscientemente, llega a parecerse a un sistema biológico, ha alcanzado la cúspide de su desarrollo, pues son éstos sistemas producto de millones de años de ensayo y error, de la evolución, que jamás superará ningún control de calidad de nuestra sociedad moderna.  


Francis Crick

James Watson.

Rosalind Franklin

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